RESUMEN EJECUTIVO.
Encontramos una heterogeneidad importante en cuanto al ritmo de recuperación económica, donde algunas actividades están rezagadas respecto a sus niveles pre pandemia y algunas otras son impulsoras del rebote y mantienen la senda expansiva. La recuperación de la actividad continúa siendo impulsada por algunos sectores de la industria, principalmente automotriz y siderúrgica, y también por la construcción. En contraste con los sectores de transporte y comunicaciones y servicios en general que continúan con bajas interanuales. De observar los datos del SIPA surge que los sectores productores de bienes son los menos golpeados en términos de puestos de trabajo mientras que, en contraste, los sectores productores de servicios presentan menos trabajadores, exceptuando el sector de la salud.
Mientras que al cierre del año pasado habían fuertes dudas acerca de las posibilidades del gobierno de mantenerse dentro del sendero del tipo de cambio oficial (TCO) pautado y el mercado estaba priceando claramente una fuerte devaluación del TCO, el 2021 muestra cierta tranquilidad en el frente cambiario. A los precios elevados de los commodities y a la estacionalidad del agro se sumó ahora la asignación de DEGs, lo cual brinda una bocanada de oxígeno enorme de cara a la negociación con el FMI. En este contexto, y como ya ha sido incluso confirmado por el ministro Guzmán, el BCRA (y/o la ANSES) está interviniendo comprando dólares en el mercado oficial para luego venderlos en el MEP o CCL. Así, los dólares del superávit comercial están siendo utilizados (en gran parte) para reducir (o al menos contener) la brecha cambiaria, resultando en una venta de reservas en contrapartida de una absorción de base monetaria y reducción de la brecha. De este modo, el gobierno estaría priorizando intervenir sobre la brecha cambiaria y la esterilización monetaria por sobre la acumulación de reservas internacionales y/o la reducción del stock de deuda pública en moneda extranjera en manos del sector privado.
Ahora bien, dentro de este contexto de relativa tranquilidad se encuentran algunas señales que pudieran encender un factor de alarma vinculados a la aceleración observada en los últimos meses del nivel general de precios, lo que podría dificultar la pauta planteada en el actual presupuesto (29%) y el objetivo de incrementar los ingresos reales de la población. La tendencia observada hasta noviembre del año pasado se ha revertido en diciembre, según informó el INDEC, alcanzando una suba mensual de 4% en dicho período, y donde el acumulado de enero y febrero asciende a 7,8%. Al observar el desagregado de la composición del índice, las divisiones de mayor incidencia durante febrero refieren a “Transporte” y “Alimentos y Bebidas”, lo que supone un impacto considerable entre los sectores de ingresos populares. Finalmente, el repunte de la actividad económica y la reducción de la brecha cambiaria permiten alcanzar un panorama de cierta tranquilidad, al menos en el corto plazo. Pero, para lograr una continuidad y alcanzar los objetivos propuestos –particularmente el crecimiento de los ingresos reales- se hace necesario establecer medidas que tiendan a contener los precios de aquellos rubros que mayor impacto tienen entre asalariados y segmentos de la población de ingresos populares, particularmente alimentos y tarifas.
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